Dieron su vida en ello


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Pepe Garcia


Publicat: el 9/feb/16
Opinió
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Casi 40 años después de los asesinatos de los abogados laboralistas de CCOO en la calle Atocha 55 de Madrid, a manos de la ultraderecha fascista en un intento de hacer fracasar la transición, la democracia sigue más fuerte y viva que nunca, a pesar de aquellos malsanos personajes que todavía viven entre nosotros en el machismo que mata, en el racismo, la xenofobia, en el odio y discriminación a la libertad sexual, en los ladrones y corruptos.

Ahora más que nunca después de haber vuelto a vivir años de restricciones y ahogamientos en los derechos más esenciales de los ciudadanos, el recuerdo de aquellos hombres y mujeres que daban un soplo de vida y esperanza a los trabajadores oprimidos, aquellos sindicalistas que nos dieron más fuerza por la lucha de la libertad recobrada, ahora más que nunca no debemos olvidarlos, porque dieron su vida en ello.

Cuando salíamos de abismo de la dictadura, del fanatismo ideológico fascista de terror, muertes, asesinatos, represión y odio. En aquellos años que por primera vez algunos de nosotros en nuestra aún pronta adolescencia escuchábamos las palabras democracia y libertad. En una noche maldita aún de incertidumbre por lo que estábamos viviendo, por lo que creíamos iba a llegar, la mano fascista que se negaba a morir en el olvido cargó contra aquellos que defendían algo que quizás ahora nos parece fácil, el derecho de los trabajadores, el derecho de las personas, la lucha contra las discriminaciones. Seguramente algunos de nosotros o muchos en aquellos años tomamos conciencia de que si queríamos cambiar la sociedad teníamos que implicarnos, en los partidos políticos, en los sindicatos, en las asociaciones culturales y vecinales.

El todopoderoso sindicato vertical amarillo, los guerrilleros de Cristo Rey, los torturadores en las comisarías de policías hicieron de aquellos momentos, de aquellos angustiosos años que la violencia viviera perpetuamente en las calles, con el pánico y el miedo que querían infligir en la ciudadanía de entonces. Aquellos días donde algunos jóvenes trabajadores morían por disparos de la policía franquista, donde las calles olían a muerte, pólvora, represión y miedo.

Muchos interrogantes quedaron enterrados en aquellos asesinatos, muchas preguntas sin respuestas que nunca se sabrán, y que igualmente si algún día salen a la luz de nada servirán, porque los que dieron su vida en ello murieron aquella noche, donde la libertad y la igualdad llevaban escritas las siglas de un sindicato en la clandestinidad, de unos abogados que no se acobardaban ante lo que creían era su labor como profesionales y demócratas, la defensa y protección de los trabajadores.

PEP GARCÍA és membre de CCOO



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