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Ignacio Rigau


Publicat: el 23/abr/17
Opinió
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Este es un artículo atípico a medias. Se merece ese adjetivo porque no habla de política ni contiene ninguna queja ni ninguna denuncia. Es, para ser sinceros, una suerte de paseo, una carta entusiasta. ¿Sobre qué? Sobre la lectura, sí, justo en Sant Jordi, el Dia del Llibre i la Rosa (por eso, de atípico, solo tiene la mitad).

Leer, para mí, es lo último que hago durante el día. Ensobrado en la cama, no son pocas las veces que me quedo dormido, libro en mano y luz encendida, con la página abierta. Es descansar y sumergirte en otra narrativa, distinta de la propia, que ya tienes algo aborrecida. Es, como dicen algunos, vivir mil vidas o, por lo poco, transitar por diez mil ideas. ¡Pero no solo eso!

Leer es, también, escribir. Sonará a obviedad, pero aguanten conmigo un poco: Leer es escribir, no en sentido industrial, sino como acto creativo, como abracadabra de nuestro fuero interno. Es materializar y crear un espejo en el que nos vemos reflejados, con mayor o menor destreza.

Por eso, en el fondo, leer es un ejercicio de discusión. Discusión, en el sentido latino de la palabra, que no es otro que 'sacudir' o 'zarandear'. ¿Y por qué es un zarandeo la lectura? Porque esa lasaña de papel a la que llamamos libro tiene el simpático poder de, íntimamente, llevarnos a un laberinto de espejos. Algunos devolverán una imagen cálida y otros una horrible y deformada. Otros quizás muestren que quien está deformado, en realidad, sea usted. En otras palabras, leer es crecer, explorar y explorarse.

Quietos todos, un momento. ¿No pensarán que este es un artículo naftalino y romanticón sobre los libros que acabará recomendando leer a Moby Dick y se quedará tan descansado? Gracias a Dios o a Billy Wilder, vivimos una época dorada para la lectura (y no solo porque se editan más de 70.000 libros al año). Ya no solo lo que se encuentra entre dos tapas debe ser considerado como tal.

Ésta puede tomar tantas formas, tonos y contenidos que es hasta vertiginoso pensarlo: Desde la novela gráfica hasta la conocida como fan fiction, pasando por los cuentos cortos, las entradas en blogs o los cell pone novels, no deberíamos mirar altivamente y creer, erróneamente, que solo los libros merecen que los husmeemos. Y lo mismo se puede decir de las plataformas. Abracemos desde el libro de segunda o tercera mano que amarillea hasta la pantalla de cristal (o la máquina expendedora).

Leamos, pero, como el querer, leamos bien. Removamos las barreras, tanto económicas, como mentales y demos vida a la idea en palabras. Aprendamos, investiguemos, probemos y sofistiquemos nuestro gusto. Hablemos del leer como hablamos del ver y acostumbrémonos a tonificar también nuestras ideas.

Miraos al espejo, salid a pasear y leamos.

Ignacio Rigau és president de Nuevas Generaciones a Sant Cugat.



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