En el culo del mundo


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Pepe Garcia


Publicat: el 24/oct/14
Opinió
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'La razón ha desencantado a lo real', esto decía una frase de Max Weber. De la España cochambrosa de tebeos manoseados, novelas intercambiables del viejo oeste de Marcial Lafuente Estefania, panderetas y estampitas de santos milagrosos, ahora nos llega la última en forma de virus contagioso.

Del aceite de colza, pasando por la peste porcina, la gripe A, la legionela, chapapotes e inoperancia a mansalva en temas de salud pública y medio ambiente, los que dirigen el país como si estuvieran jugando a casitas de muñecas, ahora nos importan el virus del Ébola vía Barajas, que nadie sabe si nació en un laboratorio militar o es una de esas causas que rigen en la naturaleza como control de su propio sistema de supervivencia y regeneración.

Nosotros, que por mucho que presumamos seguimos en la cola de todo, una vez más hemos querido demostrar que los de la piel de toro, playas y chiringuitos, estábamos preparados para solucionar lo que ningún país hasta la fecha ha podido: erradicar una epidemia que puede acabar en pandemia, con lo que los más catastrofistas de tanto en tanto nos amenazan, con el fin del mundo, de la existencia de la raza humana, el apocalipsis bíblico. Psicosis, histeria y falta de pedagogía por parte de los responsables de sanidad en esta nueva crisis.

Lo triste y lamentable es que en este país incalificable por muchos adjetivos que lleguemos a ponerle, en este país la culpa nunca es de los responsables y gobernantes, siempre es y será esa culpa culpita del que pasaba por allí en esos momentos. Del que compró la garrafa de aceite adulterada, del que comió carne de cerdo que no podía venderse, del que trabajaba cerca de una torre de refrigeración o del marinero embarcado en un petrolero el dia que este destrozó las costas gallegas en negro petróleo de muerte.

Ya no se trata de derechas o izquierdas, de gobernantes repartiéndose el poder cada cierto tiempo, cerrando la puerta a cualquier otra posibilidad democrática de hacer las cosas de diferente manera o del derecho a decidir. Ya no se trata de que el país se esté yendo a la puta mierda entre corrupción, paro, miserias, hambre y desesperación, ahora nos jugamos a los dados lanzados por políticos inoperantes la propia salud y todo por presumir delante de los países llamados del bloque que juega en primera división, para que a nosotros nos dejaran entrar en esa liga de beatos adoradores del dinero.

Pero una epidemia no se cura y se erradica con trajes de plástico ni cintas adhesivas por muy americanas que sean. Se hace con investigación, tecnología y desarrollo, en esos mismos centros ahora cerrados y con sus investigadores trabajando en el extranjero o en paro. Las enfermedades se curan no recortando en sanidad ni salud pública, controlando a tanto golfo, vago y sirvengüenza que han expoliado el país, y que ahora así nos vemos una vez más, siendo el culo del mundo.

PEPE GARCÍA és membre de CCOO



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