El nacionalismo de los demás


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Guillermo Vidal

Secretari d'empresa i drets jurídics del PSC


Publicat: el 9/jun/21
Opinió
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La Generalitat de Catalunya ha decidido que hay que fomentar los valores patrios catalanes y con buen criterio ha establecido que por las mañanas los niños escucharán antes de entrar a clase el himno catalán (bon cop de falç), claro que sí. Hay que empezar el día con energía, como decía no sé qué anuncio televisivo. Adicionalmente, la bandera cuatribarrada ondeará en todos los colegios, desafiante a las inclemencias climatológicas y visible desde la lejanía. Finalmente, en todas las aulas aparecerá el retrato de Puigdemont, perdón de Aragonés, como máximo representante de Cataluña. Todos esos símbolos son perfectamente constitucionales, amén de ser oficiales en Cataluña. Al ritmo que llevamos quizás hay que cambiar la foto del President regularmente, pero ¡qué demonios! el presupuesto debe aguantar insuflar valores patrios al precio que sea.

Personalmente, y ya poniéndonos serios, me parece muy mal todo lo anterior. Es adoctrinar a los niños, lo típico de la escuela catalana, vaya. Y lo de poner la bandera roja y amarilla es rancio, muy rancio, casposo, como dicen algunos. El colmo es poner la foto del President, que es el colmo del sectarismo. Pretenden decirnos que no se trata de adoctrinamiento, que es sencillamente imbuirse de unos mínimos valores catalanes que, adicionalmente, son perfectamente constitucionales (no hay esteladas ni fotos de ex Presidentes en fase de turismo forzado). No queda claro si los niños deberán estar en posición de firmes, fruncido el ceño, recio el ademán, mientras el pecho se les hincha de amor patrio, pero todo llegará. Respecto del himno habrá que practicarlo y saberlo de memoria, que se revisarán vídeos y audios para adoptar las medidas pertinentes respecto de aquellos desaprensivos que hagan ver que lo tararean.

Es horroroso esto de Cataluña. Pobres niños y niñas. Menudo lavado de cerebro desde la más tierna infancia. Es repugnante. Fascistoide. Sencillamente delirante. Una aberración más del nacionalismo catalán (y van...). La presión es insostenible en esta tierra que ya no es de acogida. Es tierra de Orwell, de eso no hay duda. No quiero eso para mis Hijos. Me voy. De hecho, me expulsan. Estoy harto de este nacionalismo y de que las Comunidades Autónomas tengan competencias en Educación. Así no hay quien viva. Quiero que mis Hijos se eduquen en libertad.

Me despido. Con pena. Quiero vivir en paz en un lugar sin nacionalismo y que mis Hijos crezcan en un lugar de España donde los colegios sean colegios y poca cosa más.

Me voy a la Comunidad Autónoma de Murcia. Allí a los niños y niñas no se les adoctrina...

GUILLERMO VIDAL és secretari d'empresa i drets jurídics del PSC



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