Mentiras y gordas


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Sergio Blázquez


Publicat: el 7/oct/12
Opinió
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A mí me habría gustado ser astronauta. Ya ve. Pero reconozco que entre el Sr. Pedro Duque y yo media un abismo en todos los sentidos que hacen que él sea apto para dicha profesión y yo, evidentemente, no.

Es decir hay una diferencia considerable entre la realidad y el deseo.

El nacionalismo, sin embargo, parece ser que no hace distinción alguna entre lo uno y lo otro, y nos arrastra de una situación que ya es mala a otra, sin duda, desastrosa para todos. Intenta convencernos de la una milonga más traicionera que el iceberg que acabó con el 'Titanic': una milonga en que todo son pros, pero donde misteriosamente no existen contras.

Así nos vende una independencia 'a la carta' sin tener en cuenta aspectos fundamentales.

Uno de los más importantes es que 'de facto' estaríamos fuera del euro y, por supuesto, no estaría en las manos del gobierno catalán el tener el acceso, o el derecho, a dicha moneda. No le quepa la menor duda de que tendríamos que acuñar nuestra propia moneda con los efectos negativos que conllevaría eso: inflación, variación del cambio, pérdida del poder adquisitivo...

Es curioso que en este sentido los partidarios de la independencia lo fíen todo a la carta de Europa como quien espera el maná de cada día.

La historia nos cuenta que en los temas europeos a los catalanes no nos ha ido demasiado bien. Así, hace siglos, pedimos auxilio a los franceses y nuestros amigos de la Grande France se cobraron el peaje de arrebatarnos una gran parte del territorio catalán, aquél que cae al norte de los Pirineos.

En otra ocasión en que andamos metidos en temas sucesorios a nivel europeo, una parte de Cataluña y del resto de España apostaron por un rey a cambio de suculentas promesas de explotación de las vías comerciales marítimas hacia al Nuevo Mundo y sucedió que ganó el otro pretendiente. A resultas de ello llegaron al poder los Borbones a España y quedó establecido el Decret de Nova Planta que, creo, que no es precisamente santo de devoción de aquellos que hoy predican la independencia.

Pero ya lo dicen 'quien no aprende de la historia está condenado a repetir los mismos errores'. Aviso para navegantes.

Otra equivocación que comete el nacionalismo secesionista es no saber apreciar el extraordinario valor que ha supuesto la actual Constitución Española. Hemos vivido en este tiempo el mayor período de paz, prosperidad y desarrollo en España en los últimos siglos.

Les voy a poner un ejemplo que estuvo en todas las portadas hace unos años: el Trasvase del Ebro. Gracias a las movilizaciones de miles de personas, y, al fin y al cabo, con el sentido común del gobierno de España, se aparcó esa nefasta idea de un río compartido por varias comunidades españolas.

¿Cree usted que el día de mañana, en un hipotético Estado Catalán, nuestros vecinos aragoneses, no tendrían la tentación de hacer su propio trasvase y construir campos de golf, la huerta de los Monegros” o lo que les viniera en gana? ¿Quién velaría para que ello no ocurriera?

Votar, en definitiva, en las próximas elecciones a los secesionistas 'fuera de la ley' es lanzar un boomerang y esperar el golpe.

Salvo que tenga usted la habilidad de aquél personaje australiano, 'Cocodrilo Dundee'.

SERGIO BLÁZQUEZ és secretari de Cs Sant Cugat



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