¿Hay algún juguete así en la sección de niños? Voy por el pasillo, ya de expedicionaria sociológica, repleto de juguetes con muñecos forzudos, valientes y poderosos. Aquí el lenguaje es más bien bélico, de colores fuertes y brillantes, rojo, amarillo, azul oscuro, juguetes de exterior, tecnológicos, maquinitas de videojuegos, pelotas, pistolas. Armas: qué horror.
Hoy no compraré nada. Voy a reflexionar bien sobre lo que siento y lo que deseo para mi hija. He de ser cuidadosa con el mensaje que le quiero transmitir. Los niños son muy influenciables, la publicidad, las modas infantiles, la atractiva estética de los diseños y colores, la opinión de sus padres, amigos, etc., marcan su percepción de las cosas. Aceptan y asimilan lo que aprenden de los juguetes, por ello tenemos la responsabilidad de involucrarnos y explicarles las trampas de los clichés y estereotipos que pueden limitar su futuro o enjaular su expresión por miedo a la crítica de los demás. Según ciertos estudios noruegos los niños no nacen con gustos y predisposición a determinados juguetes. Otras investigaciones ponen a bebés recién nacidos ante un objeto y ante una cara: los niños tienden a mirar los objetos y las niñas miran más las caras. Al parecer, es un proceso químico que se gesta en el útero.
Hay un gusto innato en las niñas por los juguetes que emulan el cuidado de la casa, su aspecto físico y la crianza de sus futuros hijos. Igual que muchas madres aseguran que sus hijos siempre han ido directos a los coches, juegos de batallas o tecnológicos... Pero nuestra sociedad debe avanzar hacia la igualdad y el respeto. Y es posible tamizar, coeducar y ampliar la visión de las cosas para que no existan roles determinados y los niños puedan elegir libremente sus opciones de juego, sin prejuicios y ampliando el campo de visión con objeto de adquirir competencias para la vida. Hay que saber distinguir el mensaje de los juguetes. Y no debemos premiar lo que promueve el estereotipo sexista.
La ONU, en su declaración universal de los derechos de la infancia, reconoce el derecho al juego y lo equipara a otros derechos como la alimentación, la sanidad o la propia salud. Sin duda, jugar es necesario para los niños. Pero jugar no es consumir o sobreestimular a nuestros hijos ofreciendo juguetes como símbolo de afecto, porque lo que hacemos entonces es promover el consumismo. Jugar es dedicar tiempo a la imaginación, a las risas, al ejercicio, a la conexión con la naturaleza, ganar habilidades y amigos.
Vuelvo a la tienda de juguetes en busca de un juego apropiado para mi hija. Veo la nueva colección de Barbies: 'Tú puedes ser lo que quieras'. Hay barbies en silla de ruedas, científicas, peluqueras, maestras; les han quitado dos tallas de pecho y también los tacones… Pero vuelvo a desconfiar: en principio creo que esa evolución es buena, pero también pienso que el gigante lobby de los juguetes 60-90-60 se podría estar adaptando para que sigamos consumiendo.
Decido leer la carta de mi hija antes de 'hablar' con los Reyes Magos: 'Barriguitas, amor para todo el mundo, que se acabe el covid ya, nenuco guardería, muchos bebés llorones, las hadas estas que dicen que guardan secretos, que todos seamos felices, bebés grandes'.
El amor tiene muchas formas. La ilusión puede o no puede estar en una caja. Lo realmente importante es sencillo y la felicidad se cultiva con la imaginación, la propia experiencia, la amistad que te muestra los valores para un mundo mejor y la superación, que te hace crecer y crecer hasta el cielo.
- Violeta, ya he hablado con los Reyes Magos y les he dicho que te has portado muy bien... Creo que vas a tener unos regalos muy especiales.
Su cara se ilumina y me recuerda que ella es mi mayor regalo.
Me alegra contar que este año ya vemos a algunos colegios concienciando a los niños sobre el tema, hay ayuntamientos, como el nuestro de Sant Cugat, que se pronuncian y, poco a poco, iremos avanzando en la bondad de una navidad de igualdad y respeto. Desde esta idea hermosa, un abrazo para todos y felices y solidarias fiestas.
ROSA MASIP és membre del PSC
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