España y su politica estafadora es como una casa de fulanas de medias rotas y colonia barata a granel, de putas y meretrices, de pécoras con traje de chaqueta donde se roban las bragas unas a otras, porque robar y estafar es como un principio moral.
Robar al pueblo y con ello seguir manteniendo a base de chutes a los bancos que como yonkis sepultureros viven y yacen en las esquinas de nuestras calles.
España no quiere a sus hijos, y nadie la quiere a ella, ya no es la madre patria al otro lado del Atlántico, ya no la quieren en la Europa extrangera y turista, reniega de Catalunya, y Catalunya y los catalanes queremos salir de la inclusa patria donde nos tienen secuestrados.
España tiene un virus como el sarampión o la viruela que los políticos nos han contagiado, y que nos dejará marcas de por vida.
A la España le sobran castañuelas, bandera y tardes de futbol, que la política vende como un engañabobos, como un tocomocho. Le sobran politicos chamarileros, instituciones, y le falta una Constitución de verdad, una democracia, un Estado de derecho libre sin incubaciones contagiosas.
A esta España que se muere, que la matan poco a poco a base de calamidades le falta valor de mineros, le falta el despertar del pueblo, caminar por las carreteras quemando asfalto en defensa del derecho a vivir. Le falta salir a las calles y saberse manifestar. A esta España, la muerta, le sobran poderes políticos, incluso religiosos (que no iglesias), le sobran derechas e izquierdas.
Porque la España choriza y torera, la de siestas y sangrias, la de chiringuito y playa, la de filibusteros políticos, esa España está en las cárceles encerrada con los que se la han llevado a trozos, esa España está en islas de paraisos fiscales. La de aquí, la de ahora, la que nos queda, es la de la lucha diaria, a la que le sobran impuestos y le falta revoluciones. Le falta ciudadanos de a pie, por no decir columnas (que suena a rojos), gentes valientes tomando la capital del reino pario, con la única defensa de la verdad, la justicia social y un casco minero en la cabeza lleno de esfuerzo, voluntades y hollín.
Porque la otra España, sin colores, himnos, ni fronteras, la de Ortega y Gasset, la de Josep Pla, la de Miguel Hernández, García Lorca o Jacint Verdaguer, esa de poetas, rimas y prosas, de sueños, quimeras y utopias, de languideces y melancolias, se sigue llevando por mucho que esta nueva inquisición patria, burlesca y chancletera nos quiera quitar las ganas de seguir soñando, de seguir caminado.
Esta podrida España que nos dejan me hace sentirme más revolucionario que nunca, o como me dijo hace tiempo un político municipal, que ni era político ni era nada: 'García, eres un contestatario'.
Decía, me siento revolucionario/contestatario cuando oigo las charlatanerias dialécticas de los que enmascarados de demòcratas buscan su limbo particular. Y me niego a no hablar ni escribir realmente de los que sufren y padecen todas las injusticias y heridas del sistema, seguramente porque prefiero mil veces mil antes a Pla o Martí i Pol que a Marx o Lenin.
España, un cementerio con un idiota por sepulturero.
PEPE GARCÍA és membre de CCOO
OPINA
Identifica't per comentar aquesta notícia.
Si encara no ets usuari de Cugat.cat, registra't per opinar.
Avís important
Tots els comentaris es publiquen amb nom i cognoms i no s'accepten ni àlies ni pseudònims
Cugat.cat no es fa responsable de l'opinió expressada pels lectors
No es permet cap comentari insultant, ofensiu o il·legal
Cugat.cat es reserva el dret de suprimir els comentaris que consideri poc apropiats, i cancel·lar el dret de publicació als usuaris que reiteradament violin les normes d'aquest web.