La Ministra de empleo y los crisálidas del gobierno


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Pepe Garcia


Publicat: el 20/set/12
Opinió
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Fátima Báñez, ministra latente, tiene nombre de virgen de porcelana con peluca a lo muñeca barbie, melena esponjada como si se la hubiese lavado con levadura y lamido un gato tuerto. Tiene una cara penosa, lenta, triste y larga, cara de ministra imposible y un gesto como de eterna comulgadora de domingo. Cara de ministerio muerto, de angustia y enfermedad. Una boca febril y unos ojos inexpresivos, incipidos y abultados de lagarto.

Un siseo en el habla como de lenguas muertas, un siseo de pereza, cansancio o soñoliencia.

La ministra Fátima Báñez se hace la seria, vestida con traje y chaqueta como la azafata de unas líneas aéreas en decadencia. Se hace la tiesa y seca como un palo, no gesticula ni sonríe, como los cuerpos de las figuras de cera, mientras España se convierte en un país de postguerra con leyes de mentes vacías, reformas y más reformas que hacen de nuevo del estraperlo el empleo más solicitado.

A Fátima Báñez y la tribu que la rodea de 'primula veris' les queda grande lo de llevar un gobierno, como una camisa sin formas ni echuras comprada en un mercadillo de manteros. Gobierno de engreídos y fatuos que está convirtiendo el país otra vez en tiempo de penurias, muerte, fatiga y hambre.

Fátima Báñez me recuerda a aquella ministra de fomento de la escuela Zapatero, con cara de almendra y mazapán caducado, Magdalena Álvarez, porque a ésta como a aquélla se les para la sangre, se les apaga el cerebro cuando hablan en las ruedas de prensa. Se quiere parecer a Bibiana Aído, ministra prescindible con título y banda cruzada al cuerpo de guapa del gobierno, que la devolvieron a su pueblo como regalo de Navidad.

A Fátima Báñez, ministra de empleo, le han salido las reformas como la chapuza de un váter viejo, por haber encargado la obra a los narcisos politicos del partido. Se pasea por la patria como si sus ideas y ministerio fuesen un balneario de aguas termales curativas y milagrosas, donde ella, silenciosa, compungida y callada, monja sin hábitos, hace de chamán y curandera.

Señorita de cortijo del sur que le ha salido la reforma de los 400 euros como el enamoramiento frustado con un inverbe adolescente pajillero, con granos en la cara y almorranas en el culo.

Fátima Báñez es como el despertar chungo por la mañana despues de una noche de noctámbulo, en un septiembre aciago donde a la vuelta de las vacaciones (quien las halla tenido) nos encontramos con muchas de las empresas cerradas y sus propietarios desaparecidos. Un septiembre donde el iluminado De Guindos, como un mago de feria ambulante aplica su última hazaña victoriosa contra el paro y en pro del pais, la subida del IVA, pero que cuando habla de ello, él, que domina a la perfección el submundo de la economia destructiva de los paises, lo llama con otro lenguaje (' IMPUESTO SOBRE EL CONSUMO'), y el hombre se queda henchido y satisfecho después de esta nueva meada en charco a lo capataz de obra, como si hubiese inventado una parabola divina que solucionará el mundo imaginario donde viven desde que gobiernan, convirtiendo el pais en una tierra nuclear, arrasada, árida y esteril, pero a Fátima Báñez, ministra de empleo, eso no le preocupa, porque el extraperlo también es otra forma de vida, a pesar de que no paga impuestos, ni tiene derechos ni obligaciones, como la pesca furtiva en la isla Maria Cristina de su Huelva natal.

PEPE GARCIA és membre de CCOO



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