España, un esperpento


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Pepe Garcia


Publicat: el 23/gen/13
Opinió
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Mal día es aquel en que un estado llega a ser tan poderoso que exige a sus ciudadanos para sí los dictados de las conciencias de sus gobernantes.

Como aquellos que menosprecian la reflexión lógica y se dejan llevar por el fanatismo estrecho de cualquier ideología política, que han conducido al país al estado miserable en el que se encuentra actualmente.

Sufriremos como nunca antes en cualquier crisis habida en el país. Algunos o muchos morirán de inanición, por falta de medicamentos, atención médica o suicidados, algo que ya está pasando, otros vivirán o morirán en la calle o debajo de un puente.

Y no, no hemos llegado a esto por culpa como dicen fuera de España, de que nos ven como un trozo de Europa festivo, soleado y verbenero que nada tiene que ver con ellos. Y este sufrimiento seguirá siendo así hasta que una verdadera reforma política y económica se lleve a cabo. Pero parece difícil que la oligarquía política y financiera aliadas contra la ciudadanía quieran cambiar el sin destino del país.

Mientras tanto, sigue la brutalidad de continuar suprimiendo puestos de trabajo sin ningún sentido, o haciendo privado lo público, externalizando la educación, la sanidad, servicios necesarios para el buen funcionamiento de la sociedad.

¿Alguien puede creer que funciona mejor un servicio dado a la ciudadanía por empresas privadas que no tienen vocación de trabajador público?

Si no llega pronto una nueva clase política con mesura y conciencia y donde los ciudadanos puedan decidir en las urnas vía democracia, el modelo de estado, si no es así, será el fin de todo tal como lo hemos conocido. Un estado a día de hoy que vive en el despilfarro, inoperancia, decidía, descontrol y una parte de corrupción política inimaginable en el concepto de como debe ser y aplicar una democracia.

Y de nada sirve que los políticos actuales quieran hacernos creer ver que la solución es bajar los salarios, recortar derechos civiles o que digan que las pensiones están por encima de lo que soporta el país. La prueba más visible la tenemos en aquellos países comunitarios donde los recortes no han servido para nada, solo para hundir más a esos países. La culpa si la hay es un modelo de estado fraguado en años de nepotismo y corrupción.

Una España donde una parte de la clase política no esta al servicio de los ciudadanos sino de los partidos. La salida a toda esta muerte y destrucción no es seguir recortando o suprimiendo aquellos servicios ya mínimos y esenciales para la precaria subsistencia.

Pero parece difícil que esta tribu, esta casta política de insalvables vayan a hacer un giro político simplemente para que las futuras generaciones no sigan viviendo en la más ruin de las miserias, podredumbre y despojos donde nos han hundido, y donde seguirán queriéndonos engatusar con cuentos, promesas y dulces sonidos de cánticos como si fuésemos ratas de Hamelín.

España, un esperpento de país, que diría don Ramón del Valle-Inclán.


PEPE GARCÍA és membre de CCOO



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