Tener dinero es tener poder, tener poder es ser politico, porque siempre a sido así, con la diferencia que antes, antaño, nadie se enteraba de nada. Como mucho nos enterábamos de muertes y asesinatos lúgubres de la España recóndita, negra y escondida a traves de aquel diario llamado 'El Caso'. Y ahora, dia sí dia no, algunos indecentes politicos y los bancos sacan a las personas de sus casas, y las envian a sufrir, a paceder y morir en las calles.
De pagar en negro las horas extras a los trabajadores o tener una cajita oscura para cubrir necesidades e imprevistos hemos pasado a ejercer la contabilidad como una banda más de mafiosos de los que sólo teniamos noticias que existían en el extranjero, en la Italia de 'la cosa nostra', en la América Coca-Cola de gansters de películas, en el Japon místico y exótico de la Yakuza, porque en nuestra ignorancia de pueblo humilde, envidioso, criticón y pícaro de siglos, sólo conocíamos el estraperlo, o el chapuzas que lo arreglaba todo y nos cobraba más barato... y más tarde a los que te decían si la factura la queríamos con o sin IVA, sólo conocíamos al que regía nuestras vidas y que murió bajo palio.
Pero llegó un dia en qué quisimos ser Europeos, y nos dieron una falsa democracia que ya venia infectada por los mismos que nos hacían tan magnánimo regalo, una forma de apaciguar al pueblo, al mismo que hace años uno de los primeros espavilados en engañarnos y seguir asustandonos con lo de que 'vuelve la derecha', Alfonso Guerra, tipo feo, sevillano de semblante miope y triste, el cual decia que nos pasabamos horas y horas mirando la caja tonta de la televisión y que con eso teníamos bastante.
Y pasamos del pan y circo de la dictadura, de las tardes de toros y fútbol, a estar enbobados e hipnotizados con la tele, y ya no de luto en blanco y negro; en moderno, ¡en color! Creyéndonos todo lo que en ella salía nos contaban y nos metian en nuestos celebritos de recién estrenados demócratas. Ya no éramos un país de los que tantos criticábamos: bananero, tercermundista, cochanbroso, de meadas en las calles, hundido en la miseria, en el hambre, las chinches y los colchones de borra.
Los ancianos ya no iban a los asilos para pobres sino a residencias geriátricas; los enfermos mentales ya no eran locos ni iban a manicomios, sino a instituciones mentales; los discapacitados encontraban trabajo y les hablaban de algo llamado supresión de las barreras arquitectónicas; los parados cobraban una cosa hasta entonces inexistente llamado subsidio de desempleo y todo el mundo (o casi...) podía acceder a ir a las universidades y a soñar con un mañana mejor, el de las ilusiones de los anuncios televisivos, revistas y periódicos. Hasta que un dia... ¡ay! Un dia nos despertamos de repente del sueño catatónico al que nos habían inducido con la adormidera de aquella planta que contenía todos los remedios que curaban nuestros males, como pócima mágica, la 'democracia', no la verdadera, la 'otra' democracia que unos inventaron en una tarde todavía de miedos y represión allá por el 1978.
Así que, ahora, despues de 35 años de sueños y quimeras, hemos vuelto encadenados a las galeras, como dice mi buen amigo y letrado Albert Agudo.
¡Remad, Galeotes, remad! Os mantenemos con vida para que reméis... ¡así que remad y vivid!
PEPE GARCÍA és membre de CCOO
OPINA
Identifica't per comentar aquesta notícia.
Si encara no ets usuari de Cugat.cat, registra't per opinar.
Avís important
Tots els comentaris es publiquen amb nom i cognoms i no s'accepten ni àlies ni pseudònims
Cugat.cat no es fa responsable de l'opinió expressada pels lectors
No es permet cap comentari insultant, ofensiu o il·legal
Cugat.cat es reserva el dret de suprimir els comentaris que consideri poc apropiats, i cancel·lar el dret de publicació als usuaris que reiteradament violin les normes d'aquest web.