'La maternidad hace a la mujer auténticamente mujer'

Pepe Garcia


Publicat: el 4/abr/12
Opinió| Columnes

Alberto Ruiz-Gallardón, grande de España.

Hombre, Alberto, Albertillo, ¿cómo tú dices esto? Tú, que entre toda la coral que mandáis cuartelariamente esta nueva España surgida de vuestras entrañas. Tú, que eras el azote de Esperanza, el que mejor hablaba hasta ahora de eso de ser demócrata de derechas. Tú, nacido en esta nueva etapa que quería alejarse de aquello del Francisquillo garrote vil. Tú, niño bien, de modales eclesiásticos, ahora vas y escupes por la boca un otro yo, como si hubiese estado adormilado en una larga siesta nacional, que al despertar se alza toda ella grande y libre vestida mas roja y gualda que nunca.

Alberto, chico de fotografía de colegio con traje y corbata, católico, apostólico, cristiano y romano, como esta mandao de toda la vida de Dios, ¡claro que sí, coño! Ahora vas y metes la pata insultando a todas las mujeres hispánicas. Pero hombre, ¿no ves que te van a quitar el ministerio y te van a echar y tendrás que refugiarte en ese reducto donde van los tuyo que ya están manchados y marcados y que no pueden volver a casa Mariano?

Alberto, niño de la transición que ahora vuelves a emocionarte cuando oyes eso del amado líder, Manuel Fraga, y la voces gritan '¡PRESENTE, PRESENTE!' para aplauso de tus huestes y algunos palmeros de otros grupos políticos que os siguen vitoreando por esa reforma laboral contra la ciudadanía.

¿Y después, que será? Que el hombre sólo es hombre si tiene pelo en el pecho y lleva colgado en su coche un llavero con la banderita patria.

Vale, sí, a lo mejor lo hiciste buscando hacer una gracia que nadie te ha reído... Bueno, nadie nadie, no, ahí tienes a las beatas y a los sotanas negras, ahi tienes a seguidores y adeptos que nunca faltan a la cita de la renacida España, que gracias a vosotros vuelve a eso que os gusta, sus origenes de 'Isabel y Fernando, Reyes y Católicos'. ¡No faltaba más!

¡Arriba, arriba! Sacando pecho y con la garganta rota de jubilo porque por fin recuperáis la patria perdida en esta nueva reconquista. ¡Ay! Pero esa espinita que es Catalunya se sigue resistiendo por momentos, a pesar de las alianzas y noviazgos, esta tierra que os planta cara y sale a las calles para deciros que aquí vuestras bravuconadas de general de caballería con fusta y botas lustrosas no nos asustan, porque para escuchar sandeces ya tenemos a nuestros propios políticos, ahora mas escorados a estribor.
Alberto, hombre, ¿pero que más te da que las mujeres quieran o no quieran tener hijos? Si tú ya decidiste tener los tuyos... Pero si tú no has vivido aquello de la sección femenina de la falange... ¡Ay! Esa manía que tenéis de querer controlarlo todo por ese miedo a que la piel de toro española se cuartee en varios pedazos.

Alberto, ministro plenipotenciario siempre en movimiento, con tu planta de mozalbete castellano tus palabras me han recordado aquellos versos que decían:

La mujer es mujer
cuando oye su nombre
en los labios de un hombre.

Y el poeta se quedó tan pancho, como tú en tus madriles... Pero hombre, ¿no ves que esto es de otra época pasada, lejana y antigua de la España rural, gris y machista, cuando el hombre labraba la tierra del señorío y la mujer lavaba los trapos arrodillada en el río?
Alberto, Albertillo, tú con tu porte de señorito dandi madrileño, ¿cómo haces esto? Aunque quizás sea mejor así, conocerte tal como eres, dando con gallarda valentía legionaria un paso al frente y no como hacen algunos aficionados políticos de pueblo con sus juegos trileros, que se enrocan en absurdas piruetas políticas, olvidando que en el juego del ajedrez el enroque es un acto de cobardía.

Y aquí me quedo, oteando el horizonte, mientras mi vecino dice que se prepara para lo que queda por venir, escuchando una música añeja y lejana con acordes militares: 'Nadie en el tercio sabia...'

PEPE GARCIA és membre de CCOO